Casi todas las entrevistas realizadas para crear este tipo de artículo, ya sean con actores, productores y directores de cine porno terminaron con un “Por favor, no digas mi nombre” y es que estos silencios o incógnitos salen de algo que se puede llamar el estigma del día siguiente, que consiste, en una herida que podría surgir de alguna motivación personal, sin embargo, ésta se alimenta de la censura que hace la sociedad que al mismo tiempo es quien consume insaciablemente el porno casero español online.
Contents
Los españoles no admitimos que consumimos mucho porno online
Un sábado puedes quedar con algunos amigos para reunirte en un bar de Madrid, les comentas que estas saliendo con una chica maravillosa llamada Bárbara, al interrogarte acerca de ella, les explicas que es una arquitecto técnico que se encuentra en paro y reside en Lavapiés, aunque después revelas que Bárbara realizó algunas películas pornográficas en youjizz siendo estudiante universitaria.
Dilucidar cuánto tiempo tardaran varios de tus amigos en buscar en la web el trabajo pornográfico de Bárbara o especular acerca de tu vida sexual es algo fácil de imaginar. Les interrogas sobre si de alguna forma les afectaría una relación con alguien que antiguamente era pornstar y el sí que recibes es total, ya que estos seguramente lo argumentan con la presión social e incluso por el riesgo las enfermedades de transmisión sexual.
El deterioro de varios de los jubilados pornos no es únicamente moral, ya que en España también resulta ser monetario y es que al plantear la posibilidad de que Bárbara vaya a una entrevista laboral en una de las compañías donde tus amigos trabajan, de acuerdo a ellos no debería existir ningún tipo de inconveniente si ella cuenta con el perfil necesario para el empleo.
Pero al insistir y preguntar: ¿De qué manera podría afectar a la empresa si el antiguo trabajo de Bárbara se hiciese público? Cada uno de tus amigos considera que eso sería dañino y tendría consecuencias.
La doble moralidad con el porno y lo que le rodea
Alguien comenta que ha perdido 4 trabajos, es una mujer casada que se ganaba la vida realizando visitas escolares a distintos museos, pero un día se hizo público que ella fue actriz porno y en consecuencia, las dudas de aquellos que la contrataron frente la posible reacción que pudieran tener los padres y centros escolares, le causo dificultades laborales.
Para evitar lo anterior, María Pasqual se convirtió en su propia jefa, montó una tienda de ropa para niños en el centro de Barcelona y debido a su estilo clásico, sus principales clientes son abuelas y madres. Pero en ciertos casos, ingresan hombres a su tienda, los cuales la reconocen como “María Lapiedra”.
Nada anunciaba que María sería quien es hoy, al terminar la universidad deseaba ser profesora, pero conoció al director de cine pornográfico Ramiro Lapiedra y desde ese momento adoptó su apellido.
Lo raro es que su relación con la industria fue realmente corta, más allá su estado civil al casarse con Ramiro, únicamente estuvo 20 minutos, pero siempre se refieren a ella en los medios como actriz porno, aunque filmo una escena sexual.